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Viaje a las entrañas

Mi pueblo, otra vez...

Mi pueblo, otra vez... Hoy he soñado que me iba a mi pueblo y en el camino de vuelta me perdía.... Esto ya empieza a ser preocupante, lo echo demasiado de menos, allí estoy tan ocupada en sentir, que me olvido de que estoy sola... Me encanta levantarme y salir a las montañas que están al lado de mi casa, pasear, sentir como el aire renueva tu cuerpo, como te depuras de todo este estrés y agonía que te regala la gran ciudad. Siempre, el camino obligado es a la fuente de la pajita, la mejor agua que pueda haber en el planeta, casi comprobado... Después de su pequeña caminata, llegas allí, la sombra de los árboles te aguardan del sol que a ciertas horas es realmente considerable, y tienes el privilegio de poder lavarte la cara con la pureza de un manantial que lleva allí siglos dejando su historia escrita entre los riachuelos que se bifurcan para bañar de esencia todos esos parajes. Esta helada... Pegarle un trago significa aceptar las condiciones de una eternidad, de llevar en las células de tu cuerpo parte del secreto del mundo que te permites pisar cada mañana. Una vez allí, descansas bajo la sombra de los árboles... Y decides si te adentras más en el misterio de la vida o vuelves a casa a daré el tentempié del choricito con la cecina para coger fuerzas, allí todo sabe diferente, hasta la manteca que hacia mi abuela, este año han desaparecido grandes pilares de mi pueblo, mi abuela murió hace unos meses, jamás nos llevamos bien, jamás entendió a ese niña que venia empapada de recolectar renacuajos para el circo, ni cuando desaparecía sola y volvía después de unas horas y nadie sabia donde me encontraba, ni cuando me tiraba el día leyendo en el mirador mientras mis primos estaban jugando el la placita del pueblo, ni cuando jugaba al fútbol y montaba en bicicleta, siempre he sido esa nieta que no hacia la pelota, simplemente vivía cada segundo de su estancia en aquel paraíso. También ha desaparecido mi perro, nos lo llevamos de aquí y compartió conmigo tantas y tantas caminatas mañaneras, como nos perdíamos, como desaparecía y volvía corriendo con esa sonrisa que tanto le caracterizaba. Como nos tumbábamos juntos en nuestro escondite al margen del mundo para pensar y disfrutar del silencio. No recuerdo la cantidad de veces que me ha abrazado con sus patitas mientras que yo lloraba en silencio en medio de la noche porque la soledad siempre me hizo demasiado daño, era mi compañero incansable que le vi morir poco a poco, desaparecer de mi vida con lagrimas y recuerdos que duelen. Todavía no he ido al pueblo sin que esté él, sé que lloraré, sé que posiblemente otro ocupara su lugar, pero no será igual, hay veces que conectar con una persona u animal más allá de lo físico, siempre hemos sido hermanos, siempre hemos llorado juntos, siempre hemos querido escapar juntos. Lo echaré demasiado de menos. Este último año han desaparecido demasiadas cosas de mi vida... Y duelen, para que mentirnos, pero ahora no hay un sabor amargo tras sus ausencias, no... Es dulce, un dulce recuerdo que solo es pasado ya... Pasado estable que comprenden un pilar fundamental de mi futuro, eso es lo que se quedaran... Una balda en mi sótano que recordaré de vez en cuando con una sonrisa en la boca. Es triste a los que nos resumimos cuando desaparecemos... A solo recuerdos... Pero prefiero vivir intensamente todo para no olvidar jamás de donde vengo, al menos eso, aunque alguna vez no sepa a donde voy. Un abrazo a todo aquél que lo pueda sentir.

2 comentarios

Nell -

Quizá seas tu la única persona que pueda entender cuanto lo echo de menos... gracias por regalarme como cada día ese abrazo que tanto necesito. Un beso

esdll -

es impresionante lo que acabo de leer, tánta belleza, la de tu pueblo, la de ese manantial, la tuya...esas células que recogen la esencia de la historia, la naturaleza ha cia la eternidad, y la transmiten, vaya si la transmiten. Un abrazo pequeña, asi siento yo en mi pueblo, por eso me entiendes. Por eso te entiendo..